Casi todos los días coincidimos. Nos sincronizamos bastante bien para no conocernos. Cuando le veo aparecer en el andén disimulo todo lo que puedo. A veces pienso que se me oye el corazón. Noto su mirada: profunda, esperanzadora. Me imagino mil situaciones con él durante el trayecto. Siempre se baja en Gran Vía. Yo continúo un poco más. Hoy vamos de pie. Se acerca a mí. No puedo respirar. Justo en el momento que se abren las puertas me susurra “mírame a los ojos”. Soy incapaz. Hubiera adivinado lo de mi vuelta: amo a otro, sin querer, desde Tribunal.